¿Que recordamos de un campamento?
Pasado un tiempo del campamento de verano, mientras estamos inmersos en nuestra rutina diaria, siempre echamos la vista atrás para recordar lo bien que lo pasamos, añorando que vuelva y riéndonos solo con recordarlo.
De eso va esto, unas pequeñas anécdotas que nos marcan un campamento y que siempre recordaremos. Aquí queremos compartirlas con vosotros para que vosotros también penséis cuales fueron las vuestras. Pequeños momentos, que como todos hemos tenidos, marcan el devenir de un campamento, un sentimiento, una ilusión por volver a vivirlo año tras año.
Aquí están las de nuestros educandos (Las pondremos de manera anónima…):
Iba yo corriendo plácidamente disfrutando de un singular juego nocturno que trataba de atrapar la bandera. Vi que una compañera mía estaba pillada. Me dispuse a salvarla corriendo todo lo rápido que buenamente pude, cuando de repente, caí de cabeza a un sumidero. Me levanté aturdido sin poder creerme que era tan sumamente pringado de haberme aostiao de tal manera. Empecé a gritar hombre al agua hasta que vino un amigo y me sacó, posteriormente me di una duchita en el bidón de agua potable.
Andábamos en la recta final de la dura marcha que tantas ampollas me había costado, cuando me di cuenta de que mis compañeros de travesía habían emprendido una carrera para ver quien finalizaba primero tan ardua travesía y como ingeniero de caminos que soy pensé: «como ya no les doy caza por el camino atrocharé por el monte» Y así emprendí mi carrera contrarreloj para intentar alcanzar a mis compañeros y así quedar primero, más cuando me quise dar cuenta, un riachuelo me separaba de mi ansiado objetivo en mi desesperado intento por llegar. Primero cogí carrerilla y me dispuse a saltar con la mala fortuna de no haber contado con el peso extra que me proporcionaba mi mochila. Así fue como caí en el riachuelo torciéndome el tobillo, al percatarme de la magnífica estupidez que acababa de realizar intente disimular el más que evidente dolor que más tarde se confirmaría como el esguince que me hizo abandonar el campamento.
Y así fue como aquella noche en Salduero, lobatos y scouters durmieron tranquilos y seguros en el pórtico de aquella iglesia, custodiados por el poder de la cuerda pita que agarraba con fuerza las dos puertas de la verja ¡Ya nada malo podía pasar!
Si después de estar descongelando 40 tortillas de patata durante más de un dia y llega la hora de preparar la cena, una vez comprobado que siguen congeladas, coges dos bancos de madera, los colocas al sol y las diseminas cual churrería. Una vez resucitadas preparas treinta, y de esas sobran 8 para otro día.
Si alguien se está pensando el ir de cocinero en un campamento de verano, que no se lo piense más, es difícil resumir las sensaciones y los momentos que se pasan en la cocina de los Scouts. Si bien es verdad que no hay ratos para casi nada, ya que cuando acabas de desayunar hay que preparar la comida y el almuerzo (sobre todo si somos cocineros novatos) y casi cuando acabas de comer, sin tardar mucho merienda y cena (otra vez pasa factura la inesperiencia), las vivencias con los chavales y monitores son estupendas. En un campamento ves en los días de construcción como de una campa plana se levanta todo un complejo residencial (eso sí estilo Scout), cómo se trabaja en equipo y como los niños se sienten orgullosos de la tienda que han montado, de su recinto de campamento, o de que han hecho o ayudado a hacer el amarre de la mesa donde se sientan. También ves la desenvoltura y la preparación de los monitores de nuestro grupo, que han sabido lidiar con los distintos impedimentos y problemáticas de lo cotidiano de un campamento saliendo airosos. Si bien es verdad, que no podemos ser imparciales, en esto de valorar los scouts, ya que los llevamos en vena, yo personalmente he disfrutado como un niño, recordando tiempos y aprovechando cada momento que tanto niños como monitores nos han dejado compartir. Gracias Kraal y gracias a mi «tesorito». Animaros es una esperiencia que merece la pena (ojo engancha).
El torton fue espectacular , y además la mochila pesaba demasiado y me quedé en el suelo. Cuando me recupere en el segundo siguiente..recuperando la compostura como pude…llegue a Molinos..siempre apoyada de Bea, que fue super valiente y una gran monitora todo el campa. Allí ya al medico y para el campa…dolía bastante..pero el Scout canta ante las dificultades y tras unos días un poco dolorosos…acabe el campa. Yo no quería haber dejado a mis troperitos en el volante….pero hay que saber que para poder cuidarlos…lo.primero es que nosotros tb estemos bien. Así que un descanso hace que cojas luego las cosas con mas ganas.
Pero sobre todo en esta minihistoria tengo que daros las gracias y mil veces gracias a todos los que os preocupasteis de mi Y me cuidasteis.
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