Mis fotografías 

Vuelta a casa, el campamento continúa, pero algunos no tenemos la suerte de poder quedarnos. Unos van, otros vienen. Cada vez se hace más y más difícil no poder quedarme.

De vuelta en el aeropuerto, donde hay mucho tiempo de espera, me pongo a ver las fotos, unas fotos que todavía tengo frescas en mi memoria, y muchas de ellas jamás podré olvidar.  Este año, más que nunca, la primera foto que veo es la de scouters. Unos scouters que han hecho todo lo posible para poder ir, aunque sea unas horas para ayudar a sus compañeros. El trabajo duro diario que realizan (sobre todo el de aguantarme) no se puede pagar, entonces, ¿por que van?. En mi caso es por una razón muy egoísta, yo voy por que en lops scouts soy feliz. Mis amigos ajenos a los scouts siempre me preguntan que porque “pierdo” mis vacaciones allí, para mí, es una inversión.

Una inversión en salud, jamas he respirado un aire mejor, salir de la tienda por la mañana aun dormido y tomar la primera bocanada de aire antes de ir a despertar al resto del campamento, es como alargar mi vida varios años, es una sensación de soñar despierto, de que hoy hay nada que no puedas superar. Miras al cielo azul, escuchas el silencio y sabes que empieza un nuevo día.

Una inversión de felicidad, eso me lleva a la segunda foto que veo en mi cámara. Todas esas sonrisas, las caras de ilusión de aprender algo nuevo y hacerlo por ellos mismos. Cada día nos vamos superando y aprendiendo cosas nuevas. Miro esas fotos y me paro a pensar en que momento las tomé. Un dia cualquiera, en una actividad diaria, sin importancia aparente, en cambio, veo a personas que sonríen como nunca, que hablan con alguien, juegan, trabajan, o simplemente friegan los platos. Pero esas personas sonríen, los ojos son como los de un niño pequeño, llenos de vida y de ilusión, de no saber que les va a deparar el siguiente minuto, pero desear que llegue para entrar en esa aventura.

Una inversión en vida, parece extraño, pero en estos tiempo solo nos preocupamos en trabajar y comprar cosas. Uno de los momentos más especiales del campamento, fué cuando al volver de la marcha y de una buena ducha (con agua fría claro), me senté en una silla a observar. Esa imagen jamas se me olvidará. Lobatos haciendo un taller, riendo, aprendiendo, todos disfrazados, ilusionados con cosas que antes de ir jamas habrían pensado que iban a aprender. Con una imaginación que desborda a la vez que evidencia todo lo que hemos crecido, pues ahora ya no nos paramos a imaginar… no tenemos tiempo…solo trabajar. Por otro lado estaba la tropa, cansados de andar, tirados en el suelo hablando y riendo de todo lo que les había pasado, de momentos y amistades forjadas que nunca se olvidaran y que cuando sean mayores seguirán recordando como los momentos que forjaron lo que serán. Los Escultas por su parte estaban ya preparando la siguiente actividad, con aún energía para seguir haciendo cosas, esas actividades que ellos mismos preparan, ilusiones que ponen en todo momento para que sus propios compañeros aprendan lo que a ellos les gusta. Esas amistades de toda una vida que siguen sorprendiendo. Y yo mirando todo eso, respirando ese ambiente de campamento tan importante y que tan pocas veces nos paramos a admirar como se merece. Esas fotos que hacen que soltemos alguna lagrima por el recuerdo, por que no sabemos si podremos volver a para el mundo en ese instante, en el momento exacto en el que nos invade la felicidad, de que todo el trabajo previo ha servido para algo. Ese momento en el que te sientas a descansar y sonríes por nada, solo por que por un instante, no necesitas nada para ser feliz porque eres feliz.

De repente abren mi puerta de embarque y casualidades de la vida, me encuentro a un compañero de trabajo que me empieza a hablar de todo lo que me he perdido en el trabajo, me pone al día. Lo que el no sabe es que no le estoy escuchando, mi cabeza asiente, pero por dentro si que en esa campa, viendo como la luz del atardecer pasa entre los pinos para iluminar a un grupo de niños corriendo, mientras esa misma luz baña a esos cocineros que con su esfuerzo nos dan de comer dia a dia sin pedir nada a cambio, como esa luz se va apagando poco a poco hasta cerrar el campamento, un campamento que después de tantos años lo sigo mirando con los mismos ojos. De repente algo me saca de mis pensamientos, resulta que otra lagrima cae, y mi compañero asustado me pregunta que si todo ha ido bien, a ver como se lo explico yo…. simplemente asiento y sonrío, sin saber que esa lágrima que cae por mi mejilla lleva mas emociones dentro, que cualquier otra lágrima.

Ya en el avión me duermo, de cansancio, rendido de todo lo que me ha pasado, y muerto de envidia de los compañeros que se han quedado disfrutando de todo eso. Justo antes de despegar una pregunta da vueltas en mi cabeza

¿Y al año que viene?

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